Gemma Pascual
// Fotografía
155mm
Ciudades se miran en ciudades.
Existe una ciudad junto a la otra, pálida una y radiante la otra, erguidas ambas sobre contiguos cimientos, una auténtica y la otra también, compartiendo encuentro y vórtice al filo de sus espejos, donde se atraen y repelen elementos de ambas: muebles urbanos, luces, vehículos y ciudadanos… Succiona a unos y expele a otros de su centro, los arroja velozmente al horizonte de sucesos sin pensamientos desconcertantes, sin turbación ni antojo, sin más… por paredes inclinadas o verticales, magos y acróbatas unos, realizan proezas físicas y complicados trucos de los que nadie se sorprende – ni siquiera miran-, gente corriente otros, ni antes ni después de la contrapartida pues justo al lado están. La luz viaja en línea recta a una orilla y queda deformada su trayectoria cuando parte hacia la otra, no es anómala, sólo diferente, puesto que interminablemente ciudades se miran en ciudades y es imposible sustraerse al lugar del que parten ambas.
Texto: Soraya Viera