Gemma Pascual
// Fotografía
PUBLIC GREEN
Por los parques urbanos de grandes dimensiones también se expande la ciudad. Cuidadosamente los rodea, deja sus cielos abiertos y da lugar a una naturaleza ordenada que cumple con el importante papel de mejorar sus condiciones de vida –reduciendo la contaminación ambiental y el ruido- y acogiendo la necesidad de esparcimiento, el ocio de la población. La gente acude a ellos y en ellos se encuentra o quiere perderse.
Lo privado sale de las casas y se prolonga por ellos dando diversidad al paisaje humano de la ciudad. La gente los visita con sus hábitos –en grupos o individualmente- y comparte el espacio con conocidos y extraños como más le convenga. Siempre dentro de un ámbito tácito, un contorno propio invisible, eligen e interactúan o eligen y deciden recogerse en sí mismos, pues unos y otros, todos, realizan actividades de procedencia privada en un lugar que es de todos: es público.
La gente pasea, corre, juega con sus hijos… lee y comenta, descansa… Y una sensación desapercibida se va abriendo paso. En la frecuencia, en la repetición y el disfrute de este ocio se produce la ilusión de una pertenencia, la arrogación –o una interpretación de ella- de un sitio particular entre todo lo que es de todos: que entre el verde público hay una zona que nos pertenece sólo a nosotros.
Texto: Soraya Viera.