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  Así es como se llama la carretera comarcal que llega al pueblo de Coca, en Segovia.

     Esta es la historia de una distancia relativamente corta, un pequeño road movie cuya intención es mostrar la visita al cabo del tiempo -tras años de incomunicación- y cómo el hombre, mi padre, ha construido su micro mundo incluso con soledades y carencias, haciendo de ellas
espacio, distinguiendo lo superfluo de lo necesario según ideas propias, si bien lo necesario es, a veces, inasible.
    Su día a día ha venido definiendo aquellas cosas que precisa, que son pocas, que las coge, las usa... En ausencias transcurre el tiempo del hombre. Cumple con rutinas cuyos horarios solo él conoce. Los sonidos son claros, altamente definidos donde todo ruido lo produce uno mismo, dentro del inmediato derredor.
    Sin pretensión de ninguna clase ha dejado que la soledad ocupe un sitio junto a él, le ha permitido quedarse y tomarla como huésped cuando se coló dentro de la casa como un gato de la calle. Se rascó la cabeza sin más y la dejó estar. Así es el hombre quien acompaña a la soledad, una compañera tímida que huye cuando las visitas llegan escondiéndose ingenuamente detrás de las cortinas o bajo las camas.

 

Texto: Soraya Viera

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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